martes, 7 de junio de 2011

ENTREVISTA CON MARÍA FERNANDA RESTREPO

Con mi corazón en Yambo: «Esta película no es una limpia, ni un exorcismo, ni un cierre»

Entrevista con María Fernanda Restrepo, por Paulina Simon T.


Hace 23 años, dos jóvenes hermanos, Santiago y Andrés, salieron una noche de su casa en Quito y no volvieron más. El caso de la desaparición de los hermanos Restrepo es una de las violaciones a los derechos humanos más conocida en el Ecuador, debido a la tenacidad con que su familia ha luchado durante más de dos décadas para insistir en que se haga justicia, para evitar que el caso sea clausurado una y otra vez, para señalar las mentiras y complicidades en la Policía y en los gobiernos de turno. Pedro Restrepo y su esposa se apostaron desde 1989 todos los miércoles frente al Palacio de Carondelet para reclamar por el crimen que se había cometido contra sus hijos, y hoy, 23 años más tarde, María Fernanda Restrepo, la hermana menor de la familia, quien era una niña pequeña cuando desaparecieron Santiago y Andrés, presenta en los EDOC 10 su primer largometraje documental, Con mi corazón en Yambo.

Se trata de una película en la que ha trabajado durante años, junto a un leal equipo, con gran persistencia para contar la historia íntima de su familia; pero ante todo, para contarle al país, a quienes empiezan a olvidar, y a las nuevas generaciones, un capítulo de la historia del Ecuador que no debe pasar desapercibido, que no puede borrarse y que jamás deberá repetirse. En una entrevista con El Otro Cine, María Fernanda, quien ha sido durante años colaboradora y público de los EDOC, reflexiona sobre su labor documental y su responsabilidad con la historia de los suyos y del Ecuador.

¿Qué ha implicado para ti recuperar parte de tu historia personal a través de la película?

Ha sido un proceso muy duro, que tomó más tiempo del que yo esperaba y fue más por una cuestión anímica más que técnica. No fue un proceso normal de edición, primero hubo horas y horas de grabación en las que indagaba y para mi todo servía, todo era posible. Dentro de todo el material de esta película hay para mí unas diez películas más. Yo no pensé que todo el proceso iba a ser tan duro anímicamente, no era solo cuestión de poner una toma detrás de otra, era asimilar la información, ver y oír material que yo nunca había visto o escuchado, setenta horas de audio de mi mamá indagando a cada policía. Solo oír toma un tiempo largo y asimilarlo era mucho más duro. Necesitaba retirarme, asumir el dolor para poder volver a trabajar en el material.

¿Hace cuánto empezaste el proceso de Con mi corazón de Yambo?

Desde el guión, deben ser ya unos cuatro años. Primero la escritura del guión; luego todo el proceso de recoger el material de archivo, la investigación, la filmación, dos años más y luego un año más dedicado de lleno a la edición.

¿Has recuperado información de la que no tenías conocimiento?

Sí grabaciones inéditas de mi mamá, noticieros con miles de notas y anécdotas sobre las que tuvimos que trabajar largamente en la selección. Lo duro era hacer una película que no duré seis horas. El primer corte duraba cuatro horas, el segundo 3:10 y finalmente hemos acoplado la historia a 2:15 y es realmente largo.
Para mí si fue nuevo en muchos sentidos, sobre todo a nivel de información. Enterarme cosas íntimas de mi papá, muchas que no están en la película. Ha sido muy duro por eso, decidir que poner y qué no cuando estoy contando una historia que es personal, pero que es también la historia de un país y yo no podía relatar solo las memorias de mi papá y mías, sino una memoria del Ecuador a través del archivo noticioso e histórico.

¿Cómo ha sido este proceso de la película para tu familia?

Para mí fue abrir puertas por primera vez y volver a abrir otras. Mi familia en cambio, mi papá y mi tía viven con eso todo el día, todos los días, a toda hora. En un almuerzo normal siempre está el tema, siempre sale a colación por mínima que sea la referencia. Siempre está la memoria presente, cuando hay dos desaparecidos en la familia, se convierte en un tema latente que se topa siempre en algún momento del día. Mi familia lo vive a diario como si fuera ayer, desde hace 23 años.

En algún punto de tu vida, sentiste que ya no querías hablar más de la historia de tus hermanos.
No, nunca. Me apropié del tema en la medida de lo posible y mis padres se encargaron de que yo pueda continuar con una vida normal y a veces por eso también tengo un sentimiento de culpa, que es tonto, porque yo era una niña y yo no estuve miércoles a miércoles con mis padres en la Plaza Grande, yo no viví lo que vivieron ellos. Yo estaba en el colegio, yo viví una vida casi normal, ni mi infancia, ni mis planes de vida se alteraron, por eso hoy soy lo que soy, soy una mujer alegre, echada para adelante y fue por eso.
Pero no era que quería alejarme de la historia, aunque si sentía miedo de enterarme más y ahora con el proceso de la película se me ha hecho más fácil llorar, sentir, extrañar, evocar recuerdos que casi no tengo, porque es como si se me hubiera bloqueado la memoria, pero el ejercicio de intentar recordar ha sido muy bueno para mí porque tal vez no quería. Simplemente mi vida podía seguir, siendo consciente de la historia, tomando parte activa en el tema, pero tratando de no ahondar en el dolor y ahora con la película lo he hecho.

¿Crees que tu historia familiar influye de algún modo en que hayas elegido ser documentalista?

En realidad se dio como una coincidencia y qué bueno que haya elegido este oficio para poder expresar y hablar desde el cine, desde la imagen, pero no por mi historia elegí esta profesión.
¿Sientes que tu investigación ha removido en algo la historia del país, de la policía, del Estado?
En realidad lo único que recibí cuando tuve encuentros con la policía o los implicados, fue lo mismo que obtuvieron mis papás durante 23 años: silencio, muros, encubrimientos, mentiras. No sé si los removí o no a ellos, yo no resulté con nada nuevo, sino con el mismo silencio, la complicidad que se ha mantenido desde el ámbito político, policial y otros. Qué va a pasar de aquí en adelante con este producto es incierto, eso si me produce ansiedad. No sé si se va a hablar mucho, o no, si van a salir acusaciones, no sé qué va a pasar con esto. Pero lo que sí quiero es que no se olvide, que esta memoria se mantenga entre la gente, y que gente joven como mis hermanos Santiago y Andrés puedan verla.

¿Crees que hay generaciones que actualmente ya no conocen la historia de los hermanos Restrepo?

Han escuchado quizá, pero los detalles ya no se manejan, ya ni siquiera la gente de nuestra generación recuerda del todo la historia. Por eso yo no podía hacer una película completamente de vivencias personales, sino que tenía que marcar la historia, recontar los detalles de lo que pasó para quienes lo han olvidado y para niños y jóvenes que no saben la historia de los hermanos Restrepo, esta película es para ellos.
¿El caso de tus hermanos quedó clausurado por el Estado después de la última búsqueda en Yambo?
Para el Estado claro, toda la vida ha estado clausurado. Desde los primeros días han intentando clausurar el caso y así durante 23 años. Desde el inicio en que aparecieron las latas del supuesto accidente y la policía dijo caso cerrado, de ahí en adelante todos los gobiernos, todos los implicados, todos los culpables han dicho siempre caso cerrado. Pero para una familia no es, ni será nunca un caso cerrado hasta que no sepamos la verdad absoluta de lo que sucedió con Santiago y Andrés. Mostrarles la película, es abrir el caso una y otra vez.

¿Qué esperas a nivel personal de la película?

Espero que no me aparezcan juicios por todo lado, porque seguro más de uno se sentirá mancillado en su honor. Espero seguir viviendo normalmente, ahora con una conciencia más clara de la función que tengo como hermana de Santiago y Andrés Restrepo, de seguir luchando para que su memoria no muera, para que ellos sigan latentes y para colaborar con los familiares de otras víctimas de violaciones de derechos humanos, para que se haga justicia en sus casos.
En lo personal, yo no cierro ningún proceso. Eso solo sucedería si supiera toda la verdad. Esta película no es ni una limpia, ni un exorcismo, ni un cierre.

¿Hubo algún momento en este proceso en el que tu o tu equipo se haya sentido en peligro?

Tal vez sí, cuando tuvimos encuentros con los implicados en el caso, si tenía una sensación de que me podía pasar luego a mí, o al material filmado. Pero este caso fue tan sonado, tan público que nunca nos pudieron hacer nada. El hecho de que mis papás hayan roto el silencio sobre el caso fue lo que nos salvó de que no nos hayan matado a todos. Siempre estábamos amenazados, cuando yo era niña levantaba el teléfono y me decían te vamos a matar. Querían que nos vayamos del país, pero mis papás dijeron: “Nos van a tener que matar a todos pero de aquí no nos vamos hasta saber dónde están Santiago y Andrés”. Creo que de ahí en adelante no sentía miedo, en el último tiempo estuve un poco paranoica porque tenía todo el material en mi casa y ya cerca del final, no dormía cuidando los casettes y las memorias toda la noche.
Aunque como en cualquier proceso a mí y al equipo nos han pasado muchas cosas, buenas y malas: un gran choque yendo a Yambo, me asaltaron con pistola y se llevaron mi bolso teniendo ahí varios casettes del rodaje, y así…pero todas estas cosas han sido parte de la experiencia.

¿Qué sientes al estrenar Con mi corazón en Yambo en los EDOC?
Me siento muy feliz de ser parte de los EDOC, es un festival maravilloso, del cual yo también he sido parte ayudando con subtitulaje y como público esperándolo cada año con ansias. Son diez años de los EDOC y para mi es un honor que se exhiba mi película en este festival que es uno de los mejores de Latinoamérica.

No hay comentarios: